What a wonderful world
Louis Armstrong escribió esta canción que rebosa alegría y luz en el año 1967, durante la dura guerra de Vietnam, que tampoco fue particularmente fácil para él, un cantante afroamericano en una sociedad racista. La canción refleja la esperanza de un futuro mejor, un mundo ideal pese a todo el dolor y las injusticias que hay en el mundo. Hay que centrarse en el lado positivo de la vida y aprovechar el amor que los amigos dan, en lo bonito que es este mundo, pese a todo lo malo. Armstrong utiliza el tópico locus amoenus para resaltar esta visión idealizada, describiendo un hermoso paisaje:
I see trees of green, red roses too
I see them bloom for me and you
And I think to myself what a wonderful world.
I see skies of blue and clouds of white
The bright blessed day, the dark sacred night
And I think to myself what a wonderful world.
***
Veo árboles verdes, rosas rojas también
Las veo florecer para mí y para ti
Y pienso para mí mismo: ¡qué mundo tan maravilloso!
Veo cielos azules y nubes blancas
El brillo de un día bendito, la oscuridad de la noche sagrada
Y pienso para mí mismo: ¡qué mundo tan maravilloso!
Árboles verdes y rosas rojas florecen en este paisaje utópico, metáfora de cómo la esperanza puede crecer si vemos la vida desde esa perspectiva optimista. La canción tiene un mensaje tan sencillo, pero al mismo tiempo tan profundo y conmovedor, que ha conseguido llegar a millones de personas y permanecer en el tiempo después de cincuenta años.
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